segunda-feira, 26 de agosto de 2013

Peter Singer: Yo quería un mundo con menos consumismo





Peter Singer: “Yo quería un mundo con menos consumismo”

El filósofo australiano propone en su libro nuevo un plan para combatir la pobreza basado en la donación universal. En esta conversación explica por qué no es una utopía y cómo hacerlo.

POR HECTOR PAVON


Poner la filosofía al servicio de la comunidad es un desafío que muchos pensadores idealizaron y que muy pocos pudieron llevar al campo de lo real y concreto. El caso singular es el del filósofo australiano Peter Singer que plantea en cada libro o exposición problemas de ética acompañados en cada caso por soluciones (propuestas) prácticas. Así se distingue del clásico filósofo moderno zumbón llamado a señalar los vicios y malos pasos de la sociedad que se retira a seguir buscando las fisuras de un sistema que parece agotado. Singer, defensor del individualismo, se ha ocupado de las desigualdades sociales, la ecología, el maltrato animal, la reproducción asistida, la eutanasia, la tercera edad. Escribió sobre la falta de ética y las contradicciones de los discursos de George W. Bush y diseñó en Etica práctica el manual explicativo de su propuesta de pensamiento acerca de las principales problemáticas de la humanidad.

Ahora llega su libro Salvar una vida. Como terminar con la pobreza, editado por Capital intelectual. Se trata de un planteo simple y sencillo de cómo mejorar la situación de los más desfavorecidos y vulnerables del planeta. Su prestigio ha logrado que algunos líderes mundiales hayan prestado atención a su proyecto que no es nada utópico. Desde Australia cuenta en qué consiste su plan.

-La prosperidad, como idea capitalista, parece una meta inalcanzable dado que siempre se necesita más. ¿Cómo se sobrevive a esa tensión?
-La prosperidad no es un concepto específicamente capitalista. La idea de prosperar es más antigua que el capitalismo moderno. Lo que es capitalista es que la prosperidad consiste en tener cada vez más y más bienes de consumo. Pero no pienso que la mayor parte de la gente, ya sea en las sociedades capitalistas o en otras, crea en realidad que “necesita” cada vez más. La mayoría de la gente sabe qué es lo importante en la vida: una familia afectuosa, amigos, salud, seguridad, sentirse respetado, un nivel razonable de confort y una realización. Sólo unos pocos están atrapados en el ciclo de sentir que necesitan cada vez más, y eso con frecuencia los hace infelices. Por fortuna la mayor parte de la gente es más inteligente.

-¿Piensa que la igualdad de oportunidades existe?
-¡No! Pero eso tampoco es consecuencia del capitalismo. Nunca ha habido igualdad de oportunidades y nunca la habrá, a menos que proporcionemos a todos no sólo igual riqueza, sino también igual educación, igual vivienda, padres igualmente afectuosos y cooperadores y, en última instancia, los mismos genes. En todo caso, es importante entender que Salvar una vida no versa sobre la igualdad, sino sobre la eliminación de la extrema pobreza. Eso es muy diferente, y mucho más alcanzable.

-¿Hay continuidad en este libro con la idea que abordó en “Etica práctica”, de postergar los deseos personales en beneficio de los intereses de la comunidad?
-Sí, la idea central de Salvar una vida ya está presente en un capítulo de Etica práctica, y se remonta a uno de los primeros artículos sobre filosofía que publiqué. Pero no caracterizaría el tema del nuevo libro en términos de “postergar los deseos personales”. Pienso que la mayor parte de la gente es suficientemente generosa y compasiva y que le gustaría hacer algo importante para ayudar a quienes viven en la extrema pobreza. El problema es que no sabe qué hacer o siente que es inútil o demasiado difícil. Lo que sostengo es que hay muchas cosas que podemos hacer y que, si bien en un primer momento podemos pensar que exigen sacrificios, harán que nuestra vida sea más gratificante que antes.

-Hay escenas que se repiten en México, San Pablo o Buenos Aires: asentamientos, villas por un lado; y barrios cerrados por el otro. Pobres de un lado; ricos del otro. ¿Qué queda en el medio?
-Lo que queda, sin duda, no es una buena sociedad. Es una sociedad en la cual los ricos necesitan guardias para sentirse seguros y en la que los pobres no reciben las oportunidades que necesitan para transformar su vida. Estoy convencido de que construir una sociedad mejor es algo que está al alcance de la inteligencia y la buena voluntad humanas, pero el problema es que nadie puede hacerlo por sí solo y que también para el gobierno es muy difícil hacerlo. Por eso tenemos que difundir la idea de que las personas trabajen juntas para cambiar la cultura. Se puede hacer mucho para demostrarle al gobierno que la población, incluida la elite, quiere el cambio, y que un gobierno que sea sincero respecto del cambio encontrará seguidores y voluntarios dispuestos entre la elite.

-Usted sostiene que las razones del auto-interés apoyan la adopción de un punto de vista moral, como la paradoja del hedonismo, que aconseja que la felicidad se encuentra más que se busca, y la mayoría de las personas siente necesidad de relacionarse a algo más grande que sus propias preocupaciones. ¿Cómo se aplica esta idea en la vida diaria?
-Los antiguos griegos conocían esta paradoja. Sabían que si se apunta directamente a la felicidad es improbable que se la encuentre. Si, en cambio, se apunta a algún otro objetivo, ya sea a la creación de arte, a hacer bien el propio trabajo o a servir a la comunidad, es más probable que se halle la felicidad. Una investigación demuestra que la gente que es más generosa tiende a estar más conforme con la vida. Hay pruebas neurológicas que indican que los centros de gratificación del cerebro también se activan como respuesta a actos generosos. Así, al vivir menos para nosotros mismos y más para los otros, nos beneficiamos, así como también beneficiamos a los demás. Esa es la “paradoja”.

-¿La felicidad social es un objetivo de las elites gobernantes?
-Supongo que algunas elites apuntan de forma explícita a la felicidad social. Pero para mí la pregunta más interesante es si la felicidad social debe ser el objetivo explícito de las elites gobernantes. Pienso que la respuesta es que sí, que debe serlo. No puede haber nada más importante que reducir el sufrimiento y aumentar la felicidad. En ese sentido, Bután ha sido un pionero al desarrollar una política de apuntar a la “felicidad nacional bruta” en lugar de “producto nacional bruto”.

-¿La idea de una redistribución de la riqueza que apunta a aliviar la pobreza es una utopía?
-Lo que propongo es que todos los ricos –con lo que me refiero a gente que vive en países industrializados y de clase media o alta– den lo suficiente a organizaciones de lucha contra la pobreza global para que sea posible eliminar la pobreza. Eso no exigiría mucho. Si todos los ricos lo hicieran, supondría donar el dos por ciento de su ingreso, de modo que no es una redistribución radical de la riqueza. Conservarían el 98 por ciento de su ingreso, por lo que no me parece utópico, pero bastaría para mejorar de forma drástica la vida de los pobres. Ahora bien, si en lugar de hacerlo todos los ricos lo hiciera sólo uno de cada veinte, entonces el 2 por ciento del ingreso de esos uno de cada veinte no sería suficiente. Dado que son tan pocos los que aportan, tendrían que dar más del dos por ciento, y estarían en lo cierto. Tendríamos, entonces, que el dos por ciento de los ricos donaría, por ejemplo, entre el 25 y el 50 por ciento de su ingreso. Eso tampoco sería una redistribución radical en un plano nacional, porque el 98 por ciento de los ricos seguiría teniendo el mismo ingreso de siempre. Lo que propongo es una situación en la que todos los ricos del mundo cedan la mayor parte de su riqueza.

-¿Cómo entiende la idea de sacrificio en la lucha contra la pobreza? ¿Cuál es su raíz filosófica?
-No considero que lo que propongo sea un sacrificio, sino un medio para hallar una vida más feliz y satisfactoria. Los únicos que pensarán lo que propongo como un sacrificio son aquellos que consideran que el principal objetivo de la vida es ganar la mayor cantidad de dinero, comprar la mayor cantidad de bienes de consumo posible y dejar a su paso la mayor pila de basura posible.

-¿Por qué es tan difícil poner en práctica la idea de que al renunciar a placeres superficiales se puede aliviar el dolor de otro?
-La verdad es que no lo sé. Parece muy simple. Tal vez porque somos animales gregarios: al ver que la gente que nos rodea ignora el dolor de otras personas lejanas y se permite esos placeres frívolos, hacemos lo mismo. Hacen falta personas de mentalidad independiente para romper el molde.

-¿Uno debería someterse a las necesidades de la comunidad en aras del bien común? ¿Esto afecta al individuo?
-No insto a que la gente se someta a las necesidades de su comunidad. Todo lo contrario. No creo que la gente que vive en Princeton, Nueva Jersey, deba someterse a las necesidades de esa comunidad. La gente que vive ahí no está en la extrema pobreza. Creo que la gente tendría que hacer más por quienes están en la extrema pobreza, y en muchos casos esas personas no son parte de la comunidad propia. Tal vez eso explique por qué en mi propuesta no hay nada que afecte al individuo como tal. Al contrario: insto a la gente a reflexionar sobre la ética y a seguir sus propias elecciones individuales, a diferencia de las que sigue en la actualidad la mayor parte de la gente.

-¿Es posible ser optimista a pesar de la crisis y pensar que de esta situación, que excede lo económico, surgirá lo nuevo?
-La situación económica seguirá fluctuando y afectará tanto a los pobres como a los ricos. Pero lo que me ocupa es algo más amplio, la expansión histórica de nuestra capacidad de proporcionar por lo menos una vida mínimamente digna a todos los habitantes del planeta, y una expansión paralela de nuestra conciencia ética, de modo tal que reconozcamos que quienes tienen la suerte de vivir en un estado de abundancia deben, para vivir de forma ética, ayudar a los que están en el extremo opuesto de la pobreza.

-¿La ética o el sentido común tienen una respuesta a la pregunta de cuánto se debe dar?
-La ética la tiene. Pero el sentido común no la tiene, ya que se desarrolló en un mundo diferente, en el cual no nos era posible ayudar a desconocidos lejanos: no sabíamos nada de ellos y, de haberlo sabido, nada habríamos podido hacer de todos modos.

-¿A qué personajes admira por su lucha por la erradicación de la pobreza?
-Los personajes famosos que más admiro son Bill y Melinda Gates, porque han instrumentado vías para usar su enorme riqueza de forma tal de que haga el mayor bien posible al reducir enfermedades y mejorar la educación y la situación de las mujeres. También alientan a otros multimillonarios a donar más con fines de caridad a través de “La promesa de dar”. También debería agregar que Warren Buffett se ha comprometido ahora a donar casi toda su fortuna a la Fundación Gates. Nadie en la historia de la humanidad ha dado nunca tanto con fines de caridad como los Gates y Buffett.

-¿Sabe si gobernantes, políticos, organizaciones internacionales y personas ricas e influyentes han leído su libro?
-Lo leyeron Bill y Melinda Gates. Lo calificaron de “persuasivo e inspirador”, y mi editorial usa sus palabras en la tapa de la edición estadounidense. Por sugerencia de los Gates mandé cuarenta ejemplares firmados del libro a una reunión de multimillonarios en la que tenían que lanzar la “promesa de dar”. Espero que por lo menos algunos de esos multimillonarios lo lean. También se que lo han leído directores de muchas organizaciones de asistencia como Oxfam, Save the Children, The Hunger Project, The Fistula Foundation y otras.

-¿Le parece que el mundo actual se corresponde con el que usted habría querido vivir en sus años de estudiante?
-No. Yo quería un mundo en el que hubiera menos consumismo y materialismo y más preocupación por los otros y por el medio ambiente. No podía pensar que la desigualdad iba a hacerse aun más aguda de lo que era en mis épocas de estudiante. Por otro lado, desde el fin de la Guerra Fría tenemos menos temor a una aniquilación nuclear que en la década de 1960 y, en líneas generales, el riesgo de una guerra entre dos grandes potencias parece haber declinado. Pero en esa época no tenía conciencia, por supuesto, del peligro del cambio climático, y en ese sentido el mundo está peor ahora de todo lo que pudiera haber imaginado.


Publicado no Clarin – Revista de Cultura

IDEAS 25/03/13


Paulo Moreira Leite: Obsessão anti-Dilma ajuda Marina



Obsessão anti-Dilma ajuda Marina

Por Paulo Moreira Leite


A atitude generosa da maioria dos meios de comunicação diante das dificuldades de Marina Silva para cumprir os requisitos legais para registrar a Rede de Sustentabilidade no TSE só se explica pela obsessão conservadora de impedir de qualquer maneira a reeleição de Dilma Rousseff.

Basta ler as pesquisas eleitorais recentes para constatar o óbvio. Entre tantos concorrentes oposicionistas, o único nome que aparece como concorrente competitiva é Marina Silva.

Outro candidato, Aécio Neves, pode até ganhar fôlego e demonstrar maior musculatura. No momento, enfrenta, mais uma vez, o apetite de José Serra de roubar-lhe a faixa de concorrente.

A obsessão em impedir a reeleição de Dilma cresceu depois que sua recuperação junto ao eleitorado foi confirmada pelo Ibope e ajuda a entender o caráter desonesto da campanha contra a vinda de médicos cubanos.

Numa atitude que demonstra até onde o interesse eleitoral pode chegar, nosso conservadorismo deixa claro que prefere sacrificar a saúde da população mais pobre, sem assistência médica de nenhum tipo, apenas para tentar impedir que Dilma possa apresentar alguma – bem alguma, modesta mesmo, vamos reconhecer – melhoria numa área tão abandonado do serviço público.

Enquanto isso, Marina tem sido tratada a pão de ló.

Agora, ela procura um tratamento preferencial: seus advogados querem ampliar o prazo legal para o exame e aprovação das 492 000 assinaturas necessárias para legalização de seu partido, a Rede de Sustentabilidade.

Certo? Errado?

Não se preocupe. Se for preciso, dá-se um jeito.

Há antecedentes no tratamento especial a Marina.

Numa decisão que mais tarde seria revertida pelo plenário do STF, em abril o ministro Gilmar Mendes fez um momento brusco em benefício da sua candidatura, acolhendo um mandato de segurança que a beneficiava. O Congresso debatia naquele momento uma medida que, ao atrapalhar a criação de novos partidos num universo com 29 siglas já existentes, poderia dificultar a formação da Rede.

Ao justificar uma intervenção insólita no processo, o ministro empregou um argumento de natureza política. Sugeriu que ao prejudicar a formação do partido de Marina a medida poderia prejudicar o equilíbrio entre as candidaturas em 2014.

A medida em debate no Congresso até poderia estar errada, vamos admitir. O problema é que, num país onde a Constituição diz que todos os poderes emanam do povo, quem tem o direito de decidir se os pleitos serão equilibrados, desequilibrados, uma barbada ou uma disputa aflita até o último minuto, é o eleitor – e mais ninguém.

Capaz de obter a marca respeitável de 20 milhões de votos em 2010, Marina Silva demonstra uma imensa dificuldade para construir uma organização coletiva e estabelecer um projeto coerente de disputa pelo poder político. Sua dificuldade para reunir quase meio milhão de assinaturas certificadas pela Justiça eleitoral não envolve um problema burocrático nem se explica pela má vontade de cartórios eleitorais. A causa é política.

O que é a Rede?, podemos perguntar.

Marina já declarou que a Rede não é da situação nem da oposição. Mesmo assim, foi poupada de qualquer crítica impiedosa, ao contrário do que ocorreu com Gilberto Kassab, quando disse que seu PSD não era de direita nem de esquerda.

O fiasco na coleta de assinaturas tem uma causa óbvia. Marina não tem uma máquina política profissional, com um mínimo de articulação nacional, como acontece com todo partido que tem ambições reais de chegar ao poder de Estado.

Tampouco conseguiu construir um movimento social orgânico, estruturado, para bater pernas voluntariamente em busca do apoio do cidadão comum.

Isso acontece porque até agora Marina não conseguiu entrar no debate político real sobre o país.
Existe como mito, o que tem inegável valor eleitoral enquanto permanecer sob proteção dos meios de comunicação.

Mas até agora não formulou um projeto coerente para o país, o que tem seu preço quando se tenta construir um partido, formar alianças, cobrar lealdades, definir prioridades e preferências.

Sua bandeira maior, o ambientalismo, tem um inegável poder de atração, em especial junto a eleitores jovens.

Falta explicar, no entanto, como se pretende combinar o controle ambiental com outras necessidades. Não estamos na Alemanha. (Eu acho que nem na Alemanha as discussões ocorrem como se pensa que elas ocorrem mas deu para entender, certo?)

Até as crianças sabem que não existe ecologia grátis. Exigências ambientais tem a contrapartida inevitável de reduzir a velocidade do crescimento econômico, o que coloca uma questão essencial, que é saber como Marina pretende combinar um discurso que faz do meio ambiente a prioridade número 1 com a necessidade do país desenvolver-se, criar empregos e gerar riquezas para garantir uma situação de bem-estar à maioria de sua população.

Economistas de extração tucana e até mais conservadora que hoje cercam a candidata se dão bem com a ecologia porque ela ajuda a falar - com elegância - sobre limites naturais para o crescimento, em decrescimento, que é uma recessão programada, e outros eufemismos de quem considera que o desenvolvimento e a criação de empregos deixaram de ser prioridade mesmo no Brasil. Essa aproximação não surpreende, portanto.

Mas economistas disputam votos na academia, costumam brilhar em reuniões fechadas e cobram somas milionárias para fazer profecias em encontros com empresários. Marina irá procurar votos junto ao povão pregando medidas recessivas e corte em gastos públicos e políticas sociais, como reza a cartilha de princípios de austeridade de seus economistas?

Irá dizer que o Estado de Bem-Estar Social é meio caminho andado para a servidão humana, como afirma Friederich Hayek, guru austríaco da maioria deles?

Outro aspecto é que a maior parte dos 20 milhões de votos de Marina são fruto de um casamento que juntou duas conveniências. O cansaço de uma parcela da juventude com o PT e o conservadorismo de setores evangélicos mobilizados contra a legalização do aborto e os direitos dos gays.

Embora candidatos que mobilizam grandes parcelas do eleitorado sejam capazes, normalmente, de conseguir votos em setores diferenciados e mesmo em conflito permanente, estamos falando de um casamento-relâmpago, entre parcelas da sociedade que se detestam e se excluem.

Resumindo: foram eleitores de Marina, em grande parte, que grandes protestos contra Feliciano. Foram eleitores de Marina, também, que o apoiam.

Como combinar tudo isso e fazer um partido?


Essa é a pergunta.


Hayden White: Lean a Marx; él les contará cómo sucedió




Hayden White: “Lean a Marx; él les contará cómo sucedió”


Crisis financiera, calentamiento global y desigualdades son algunos temas de este diálogo con el historiador y filósofo estadounidense, quien hace desde el marxismo una crítica feroz del modelo capitalista. “La historia no se entiende; con suerte se soporta”, ha escrito.

POR ANDRES HAX

La vida del profesor y filósofo estadounidense Hayden White (1928) es irresolublemente contradictoria y él lo sabe. Es un hombre que dice conocer las verdades espantosas sobre la trágica actualidad del mundo, pero sabe que ese conocimiento no sirve para cambiar nada. Es un hombre que denuncia el capitalismo salvaje y suicida (son sus palabras) y la política del espectáculo, pero sabe que el mismo sistema que denuncia lo ha beneficiado (tiene 83 años y podría pasar fácilmente por 60). Es un hombre de un pesimismo absolutamente negro e inflexible por el porvenir del hombre (hasta tal punto que celebra la eventual extinción de la raza humana), pero a la vez alguien que sonríe y que disfruta de la buena vida (vive mitad del año en Italia) y que goza de una existencia intelectual cosmopolita.
White estuvo en Buenos Aires recientemente como invitado de honor de una ponencia dedicada exclusivamente a él, organizada por la Universidad Nacional Tres de Febrero, y titulada como uno de sus libros: Ficción histórica, historia ficcional y realidad histórica , editado por Verónica Tozzi, que compila varios artículos de White de la última década.
El venerado profesor recibe Ñ en la habitación de un hotel boutique a cuadras de la plaza Vicente López, en el barrio porteño de La Recoleta. Sobre su mesa ratona, delante de una cama hecha improvisadamente por el profesor mismo, rebalsan libros y cuadernos escritos. Usa un arito de oro en la oreja derecha, como los que se pone a los bebés recién nacidos. Su aspecto físico es no sólo impecable, sino también imponente, si se tiene en cuenta que White es un octogenario.


¿Cuándo empezaron a formarse las ideas que se demostrarían en su gran obra teórica, “Metahistoria”?

Creo que tiene que ver con mi descubrimiento de Marx. Una vez que uno comienza a tomar conciencia de que en las ciencias sociales, en la filosofía y en la religión lo que estás tratando son varios tipos de ideologías, entonces lo que quieres ir a buscar es la iluminación, la clarificación, desmitificación. Creo que ese es el motivo por cual yo me interesé en las ciencias sociales y la historia. Gente como Max Weber parecían ofrecer puntos de vista desmitificados sobre el mundo. Y creo que todos queremos la iluminación. No queremos vivir en una fantasía; no se puede vivir en la fantasía. La fantasía es necesaria para alimentar al espíritu, pero no es suficiente para manejarte en el mundo.

En su larga historia como profesor, ¿cómo evalúa los cambios del joven estadounidense? El mundo digital ha cambiado todo. Antes intentábamos enseñar a la gente joven a pensar conceptualmente. Pero hoy el montaje y el collage de las imágenes dan una forma diferente de pensar y relacionar los signos con las cosas.
Y esto crea una sensación diferente del tiempo y la temporalidad. Por lo tanto pienso que la generación actual de alumnos no experimenta el pasado como algo arcaico o remoto. Es simplemente otra dimensión exótica que se puede tornar presente con imágenes con gran facilidad.

¿Y cómo se siente frente de estos cambios?

Las cosas cambian. Todo cambia. Desesperarse por el cambio no tiene sentido.

¿Considera que este libro que se publica ahora en Argentina es una buena introducción a su obra en general?

Un escritor no es el mejor crítico de su propio trabajo. Mi punto de vista siempre ha sido: lo escribes, lo publicas y la gente lo puede usar como le parezca. No me molesta ser interpretado o mal interpretado.

No es común oírle a un teórico esa opinión.
Creo que toda comunicación es comunicación fallada y que los errores creativos son válidos. La interpretación nunca es objetiva. A mí no me interesa la polémica. Mi punto de vista es que hago lo mejor que puedo; si usted piensa que lo puede hacer mejor, hágalo mejor.

Estamos en un momento donde se promueven visiones contradictorias: la humanidad oscila entre la salvación tecnológica y un cataclismo que amenaza borrar la raza humana de la Tierra.
¡Bueno, claro! Eso es por el capitalismo. El capitalismo extraerá todo lo que puede de la tierra para poder producir bienes y promoverá el consumo como un bien en sí mismo. A ellos no les importa el calentamiento global. Ellos asumen que la tecnología traerá una solución. A las corporaciones no les importa. A Mobil Oil no le importa el calentamiento global. Destruirían el universo entero para lograr una ganancia. Este es nuestro problema, no la tecnología. La tecnología es solamente un medio, se puede usar con fines buenos o malos. Pero desafortunadamente, el capitalismo es suicida porque presume de una expansión infinita en una situación donde hay recursos limitados. No puedes tener expansión infinita y recursos limitados. El sueño es entonces que colonizaremos la Luna, colonizaremos el planeta Marte. No creo que eso vaya a suceder. Hasta que logremos regular las corporaciones capitalistas, estamos condenados.

Más de una década después de haber entrado en el siglo XXI, ¿cuál sería su primer boceto de la historia del siglo XX?

Es una serie de catástrofes. Hay un comentarista inglés que lo designa: “El podrido siglo XX.” Cuando lo piensas: comienza con la Primera Guerra Mundial; la Gran Depresión; la Segunda Guerra Mundial; la Guerra Fría; después toda una seguidilla de guerras. Los Estados Unidos estuvieron en guerra por 56 años. Es el primer país capitalista y el capitalismo significa guerra. Esa es la forma más rápida de consumir los bienes y de crear demanda. El siglo XX fue el triunfo del capitalismo, la destrucción de la Tierra y el uso de la tecnología para generar ganancias en vez de proveer las necesidades de los seres humanos y los demás animales y plantas sobre la Tierra.

Dado ese sentimiento, ¿cómo se siente viviendo en el corazón de la bestia?

Es exactamente eso. Los Estados Unidos son el gran villano de este cuento, porque han empujado el proyecto capitalista hasta su máxima expresión. Ahora es una sociedad que se dedica nada más que a la producción de desechos. Produce más basura, más desechos atómicos y orgánicos. ¡A tal punto que ya no saben dónde ponerlos! Han estado tirándolos en Africa –¿sabía eso?– ¿Qué van a hacer con los desechos atómicos? Los están enterrando en cuevas del sudoeste del país, en Nuevo México y Arizona: pero esta cosa no se desintegra por 10.000 años. Va a estar allí envenenando el agua potable y la tierra. O lo tiran al mar. Destruyen ríos… Sin pensarlo. ¡Y lo saben! ¡Saben lo que están haciendo! Esto es una de las razones de que el marxismo sea más fuerte entre los intelectuales de los Estados Unidos que en cualquier otro lugar del mundo. Vemos los efectos del capitalismo. ¡También nos beneficiamos! ¡Mírame a mí! Soy sano. Y eso es porque los ricos siempre se protegen a ellos mismos. ¡No les importa el calentamiento global! Se compran otra casa en un lugar donde estarán a salvo.

Hay muchas personas que afirman que el marxismo ya no sirve para explicar el mundo.
La reciente catástrofe financiera demuestra lo contrario. Todo el mundo decia: “¿Cómo pasó esto? ¡Cómo puede ser!” ¡Que lean a Marx! El les contará cómo sucedió. Cualquier persona de la izquierda vio claramente y de antemano lo que estaba sucediendo con la creación de las deudas hipotecarias. Los ejecutivos de Goldman Sachs o cualquier otra casa financiera, si les preguntas te responden: “El juego es así.” Y el Estado es cómplice. El gobierno de los EE.UU. no está haciendo nada para la gente sin trabajo o para las personas que perdieron sus hogares. Han salvado los bancos y las instituciones financieras. A hora la brecha entre los ricos y los pobres en los EE.UU. es así: un 1% de la población controla más del 90% de la riqueza del país. Esta es la distribución de riqueza más desbalanceada en la historia del capitalismo. Antes la idea era que el libre mercado permitía que cualquiera pudiera jugar; pero, obviamente sabemos que no puedes jugar sin los recursos. Si yo juego en el mercado bursátil con cinco mil millones de dólares no es lo mismo que si lo hago con mis ahorros de unos miles de dólares.

¿Es posible que esta desigualdad lleve a una revolucion popular como hemos visto en los países del norte de Africa al comienzo de este año?

No. Es imposible. Porque el Estado tiene todo el poder, tiene todas las armas. Ya no puede haber más revoluciones populares. Salvo en el Tercer Mundo, en Ruanda o Namibia. Mira, antes que nada: imagínate que quieres hacer una revolución y quieres destruir a General Motors. ¡General Motors es una empresa internacional! ¿Dónde voy para destruir a General Motors? La ataco en Detroit, pero eso no haría gran daño a la empresa. Esta todo terciarizado por todo el mundo. Y lo mismo vale para el Estado. El Estado está donde sea que el poder del Estado reside. El Estado es Mobil Oil, por ejemplo. Y uno sabe perfectamente qué pasa cuando hay una amenaza terrorista en Washington: ¡el gobierno se va! Tiene búnkers subterráneos…

Se ve sano, tanto en cuerpo como en mente. Parece feliz. Pero esa imagen es totalmente contradictoria con lo que piensa sobre la realidad del mundo. ¿Cómo sobrelleva esa tensión?
Imagínese que el calentamiento global lleva a la destrucción de la raza humana. ¡Sería bueno para la Tierra! La gente me pregunta, ¿Por qué eres tan pesimista? Y yo respondo: No soy pesimista. Soy optimista. ¡Creo que la raza humana por fin se morirá! ¡Será muy bueno para el planeta! Es la especie humana la que está destruyendo el planeta. ¡No son los perros los que lo están destruyendo! Desde el punto de vista de la evolución darwiniana, es bueno que las especies se extingan. Es algo necesario para que siga en marcha el proceso evolutivo.

¿Se considera usted un nihilista?

Sí. Un nihilista en la ontología, un anarquista en la política. No tengo nada de esperanza o fe en el sistema político o el sistema económico.


Fonte: Clarin – Revista de Cultura
IDEAS Política y Economía 04/05/11




quarta-feira, 21 de agosto de 2013

Pegada Ecológica e esgotamento de recursos naturais




Planeta esgota hoje sua cota natural de recursos para 2013


Folha de S. Paulo, 20/08/2013.

Cálculo é de pesquisa que estima a pegada ambiental mundial e estabelece o chamado Dia da Sobrecarga

Esgotamento do planeta se antecipa a cada ano; Brasil ainda oferece mais recursos ao mundo do que consome

RAFAEL GARCIA
DE SÃO PAULO


Se a humanidade se comprometesse a consumir a cada ano só os recursos naturais que pudessem ser repostos pelo planeta no mesmo período, em 2013 teríamos de fechar a Terra para balanço hoje, 20 de agosto. Essa é a estimativa da Global Footprint Network, ONG de pesquisa que há dez anos calcula o "Dia da Sobrecarga".

Neste ano, o esgotamento ocorreu mais cedo do que em 2012 --22 de agosto--, e a piora tem sido persistente. "A cada ano, temos o Dia da Sobrecarga antecipado em dois ou três dias", diz Juan Carlos Morales, diretor regional da entidade na América Latina.

Para facilitar o entendimento da situação, a Global Footprint Network continua promovendo o uso do conceito de "pegada ambiental", uma medida objetiva do impacto do consumo humano sobre recursos naturais.

No Dia da Sobrecarga, porém, expressa-o de outra maneira: para sustentar o atual padrão médio de consumo da humanidade, a Terra precisaria ter 50% mais recursos.

Para fazer a conta, a ONG usa dados da ONU, da Agência Internacional de Energia, da OMC (Organização Mundial do Comércio) e busca detalhes em dados dos governos dos próprios países.

O número leva em conta o consumo global, a eficiência de produção de bens, o tamanho da população e a capacidade da natureza de prover recursos e biodegradar/reciclar resíduos. Isso é traduzido em unidades de "hectares globais", que representam tanto áreas cultiváveis quanto reservas de manancial e até recursos pesqueiros disponíveis em águas internacionais.

A emissão de gases de efeito estufa também entra na conta, e países ganham mais pontos por preservar florestas que retêm carbono.

Apesar de ter começado a calcular o Dia da Sobrecarga há uma década, a Global Footprint compila dados que remontam a 1961. Desde aquele ano, a sobrecarga ambiental dobrou no planeta, e a projeção atual é de que precisemos de duas Terras para sustentar a humanidade antes de 2050. A mensagem é que esse padrão de desenvolvimento não tem como se sustentar por muito tempo.

"O problema hoje não é só proteger o ambiente, mas também a economia pois os países têm ficado mais dependentes de importação, o que faz o preço das commodities disparar", diz Morales. "Isso ocorre porque os serviços ambientais [benefícios que tiramos dos ecossistemas] já não são suficientes".

BRASIL "CREDOR"

No panorama traçado pela Global Footprint Network, o Brasil aparece ainda como um "credor" ambiental, oferecendo ao mundo mais recursos naturais do que consome. Isso se deve em grande parte à Amazônia, que retém muito carbono nas árvores, e a uma grande oferta ainda de terras agricultáveis não desgastadas.


Mas, segundo a ONG WWF-Brasil, que faz o cálculo da pegada ambiental do país, nossa margem de manobra está diminuindo (veja quadro à dir.), e exibe grandes desigualdades regionais. "Na cidade de São Paulo, usamos mais de duas vezes e meia a área correspondente a tudo o que consumimos", diz Maria Cecília Wey de Brito, da WWF. O número é similar ao da China, um dos maiores "devedores" ambientais.




terça-feira, 13 de agosto de 2013

Tarifa Zero: debate em quatro artigos da Folha



Tarifa Zero: debate em quatro artigos da Folha



Folha, 05/07/2013

Rumo à tarifa zero

Daniel Guimarães, Graziela Kunsch, Mariana Toledo e Luiza Mandetta


É preciso abrir a caixa-preta dos transportes públicos, com ou sem CPI, e, sobretudo, é urgente discutir o modelo de gestão

Há pouco, escrevemos sobre os motivos que nos levaram às ruas. O aumento de R$ 0,20 nas tarifas acentuaria a exclusão social provocada por um modelo de gestão do transporte baseado nas concessões privadas e na cobrança de tarifa.

Após duas semanas de luta, a população de São Paulo revogou o aumento. Resistimos à desqualificação dos meios de comunicação, bombas, balas e prisões arbitrárias.

Isso não fugiu à regra do tratamento que o Estado dá aos movimentos sociais. É importante que o Judiciário reconheça a ilegalidade das acusações que pesam sobre alguns dos detidos, entre elas a de formação de quadrilha. E que o Ministério Público reconheça a arbitrariedade da polícia e se recuse a oferecer denúncias contra manifestantes, evitando processos criminais.

Foi uma vitória das ruas, de esquerda e pedagógica, que ensinou que a população organizada pode mudar os rumos de sua cidade e, por consequência, de sua vida. Tarifas foram reduzidas em quase 50 cidades, sendo mais de dez capitais. Há lutas em andamento, e o debate sobre a tarifa zero está em pauta.

Por conta desse cenário e por contribuirmos ao pensar a mobilidade urbana como forma de garantir o direito à cidade, fomos convidados pela presidenta Dilma Rousseff para uma conversa em Brasília. Fomos, mas não sozinhos. Sem sermos porta-vozes de ninguém que não nós mesmos, manifestamos solidariedade às lutas reprimidas de outros movimentos e de povos indígenas.

A presidenta não havia se debruçado com profundidade sobre nossa principal proposta. Ao afirmar que "não existe tarifa zero: ou se paga passagem ou se paga imposto", ignora que nunca defendemos ônibus de graça. Transporte tem um custo, claro, mas a tarifa pode ser zero.

Esse custo deve ser pago coletivamente, de forma progressiva (quem tem mais paga mais, quem tem menos paga menos) e não apenas pelo usuário. Sem transporte, nada funciona e, por isso, a conta deve ser dividida por meio de impostos, como todos os serviços públicos.

Dilma ao menos demonstrou concordar que o transporte é um direito social e cobramos um posicionamento sobre a PEC 90, proposta de emenda constitucional que insere o transporte público entre os direitos sociais no artigo 6º da Constituição, em tramitação na Câmara.

Dilma reiterou sua disposição em políticas de desoneração, pauta histórica dos empresários organizados. Não concordamos. Desonerar é fazer com que o Estado deixe de arrecadar, subsidiando empresas privadas, não a população. O dinheiro público deve ser investido em transporte público --queremos disputar o uso dos recursos. Com o que o Estado gasta? De acordo com o Ipea, o Brasil investe 12 vezes mais em transporte privado do que em público. Devemos inverter as prioridades!

Finalmente, consideramos oportuna a decisão do prefeito Fernando Haddad de suspender a licitação das empresas de ônibus. É preciso abrir a caixa-preta, com ou sem CPI, e, sobretudo, é urgente discutir o modelo de gestão.

É significativa a informação de que os empresários ameaçaram boicotar a licitação e até deixar a cidade com menos ônibus por avaliar que perderiam cerca de 10% de seus rendimentos. É por isso que o transporte deve ser gerido pelo poder público e com participação popular, não pela lógica do lucro.

O Movimento Passe Livre seguirá nas ruas, nas escolas, nos bairros, fazendo o debate com a população. Nossa luta de fôlego é pela tarifa zero. Por ela coletaremos 430 mil assinaturas para propor um projeto de lei de iniciativa popular na Câmara dos Vereadores. Vamos retirar as catracas do caminho. Juntos abriremos as ruas de São Paulo.

DANIEL GUIMARÃES, 29, jornalista, GRAZIELA KUNSCH, 34, artista, MARIANA TOLEDO, 27, socióloga, e LUIZA MANDETTA, 19, estudante de ciências sociais, são militantes do Movimento Passe Livre




Folha, 22/06/2013

Uma transfusão necessária

Jaime Lerner


Zerar a tarifa do transporte público não é viável. Não cobrar pela passagem exigiria subsídios gigantescos (e por parte de quem?), pioraria a qualidade do serviço e, ainda assim, não resolveria a questão.

Proponho outro modelo, que permite reduzir o impacto das tarifas nos salários e ainda melhorar a qualidade dos serviços prestados.

A Contribuição de Intervenção no Domínio Econômico (Cide) sobre combustíveis, instituída em fins de 2001, tem em sua gênese a criação de uma fonte de receitas derivada predominantemente do consumo de combustíveis fósseis.

Para a distribuição desse montante entre os Estados, a lei que a instituiu determina o estabelecimento de cotas proporcionais à extensão da malha viária, ao consumo de combustíveis e à população. Do montante recebido por cada Estado, 25% deve ser destinado aos seus municípios.

Desde 2003, a União arrecadou R$ 54 bilhões com essa contribuição, considerando que desde 2008 a alíquota vem sendo reduzida para compensar os ajustes que teriam que ser repassados ao preço da gasolina, até ter sido zerada em 2012.

É um valor de respeito a ser investido na infraestrutura de transporte. Considerando o aumento contínuo da frota de veículos, essas captações podem ser ainda maiores.

Prefeitos como o de São Paulo, Fernando Haddad, têm relembrado a proposta de investir a Cide em projetos de mobilidade. Considerando que quase 85% dos brasileiros residem em áreas urbanas e o nível local é aquele que está mais próximo da população, essa é uma proposição a ser seriamente considerada.

Não se trata simplesmente de retirar recursos da União para as cidades --uma velha queda de braços--, mas de buscar equacionar uma questão central para a qualidade de vida: a mobilidade urbana.

O sistema viário disponível nas áreas urbanas é um recurso limitado e tem que ser compartilhado entre as ciclovias, a calçada, o transporte público, o individual e o de carga. As perdas de dinheiro, energia e tempo com congestionamentos são indicativos patentes da insustentabilidade da forma como temos abordado o problema.

Conquanto uma parte da solução esteja relacionada à compreensão da cidade como uma estrutura integrada de vida e trabalho, há uma parte importante que pode ser melhorada com investimentos bem direcionados ao transporte coletivo de alta capacidade e na articulação de todas as modalidades disponíveis para os deslocamentos urbanos de forma inteligente. Para isso são necessários recursos, os quais a Cide pode suprir em boa monta.

As cidades são o refúgio da solidariedade, e isso o governo federal precisa entender. É nelas que podemos fazer o impacto mais significativo para avançar as questões de sustentabilidade, das quais a mobilidade é parte intrínseca.

A utilização da Cide é uma ferramenta estratégica para transferir recursos da utilização do transporte individual para o coletivo --uma medida, no mínimo, democrática. E, conforme o transporte público de uma cidade avança, ela fica melhor até mesmo para o automóvel.

Pode-se argumentar que o governo federal perderá recursos. Gostaria de argumentar que não, que ele transferirá à população, via o nível de administração mais próximo do seu dia a dia, os recursos necessários à melhoria da qualidade de vida.

CID, no jargão médico, significa Classificação Internacional de Doenças. A falta de mobilidade hoje é um problema endêmico na saúde das nossas cidades. Podemos usar a Cide como tratamento, uma transfusão de recursos que possibilitará investir em sistemas de mobilidade mais saudáveis. É uma medida justa, necessária e inadiável.

JAIME LERNER, 75, arquiteto e urbanista, foi prefeito de Curitiba (1971-75, 1979-83 e 1989-92) e governador do Paraná (1995-98 e 1999-2002)




Folha, 22/06/2013

A voz das ruas e a mobilidade urbana

Lúcio Gregori


Finalmente, a voz das ruas foi ouvida e cidades como São Paulo e Rio revogaram o aumento do preço das tarifas dos transportes coletivos. Agora, é preciso estabelecer novos instrumentos de democracia direta, para não limitar a participação popular às eleições.

O cancelamento do aumento das tarifas suscita a urgente necessidade do estabelecimento de políticas permanentes de subsídios e, no limite, a tarifa zero. A manifestação popular fez essas reivindicações. Ao obter a revogação, conseguiu restabelecer seu foco original, tornando perfeitamente identificável pela população o resultado concreto dessa forma de participação popular.

A PEC (proposta de emenda constitucional) 90, de iniciativa de Luiza Erundina, estabelece a mobilidade urbana e metropolitana como direito social nos termos do artigo sexto da Constituição, tal como a saúde e a educação. É um passo importante na direção de uma política que garanta e amplie o acesso universal aos serviços essenciais.

A mobilização que toma conta do país deixa escancarada a crise financeira do Estado, que não tem recursos para atender a demanda de serviços públicos fundamentais. Demonstra a necessidade de um reforma tributária de fôlego, que estabeleça que quem possui maior poder aquisitivo deve contribuir mais.

A constatação da má qualidade dos serviços públicos é o que faz as manifestações prosseguirem após a revogação. E a violência que às vezes aflora mostra que a sociedade brasileira é violenta, e não os manifestantes em si.

Os protestos trouxeram a questão dos transportes coletivos urbanos para o mesmo campo em que se situam as lutas por serviços públicos, ou seja, no terreno da disputa política por recursos do Estado. A sociedade rapidamente apreendeu essa ideia.

Mas não pode se confundir quanto ao conceito da tarifa zero. Ele significa não pagar o transporte coletivo no ato de sua utilização. De graça? Não. Pago pelo conjunto dos impostos progressivos cobrados dos contribuintes.

Os níveis de subsídio à tarifa são baixíssimos no Brasil --cerca de 12% ante 50% ou 60% praticados em outros países. A revogação dos aumentos, reivindicação original do Movimento Passe Livre, é o primeiríssimo passo para o reforço das políticas de subsídio, até a tarifa zero. Que não tem um equacionamento igual para todos os municípios e Estados. Alguns, como Agudos (SP) e Porto Real (RJ), implantaram a gratuidade. Municípios maiores exigirão uma engenharia financeira mais complexa. Mas o que importa, no limite, é a arrecadação associada a financiamentos federais e estaduais. Não o tamanho da cidade.

A tarifa zero pode ser implantada ao longo do tempo, a partir de subsídios crescentes e seguindo variadas estratégias. Algumas cidades no mundo têm um sistema seletivo, adotando a tarifa zero apenas em áreas críticas. Em São Paul, poder-se-ia iniciar a implantação da tarifa zero nos corredores de ônibus. Seria um avanço de agilidade e inteligência no uso dos mesmos.

O uso de ônibus de tração elétrica, que hoje prescinde do captador aéreo, completaria um modelo atraente para competir com o transporte individual motorizado, causa principal dos congestionamentos.

A política é o território por excelência da criação de novas soluções, da inovação. Reduzir a discussão da tarifa zero ao "não é possível" é renegar o conceito de política e contrato social. Agradecimentos aos jovens que trouxeram essa discussão para as ruas, ensinando transportes aos tecnocratas, informação aos jornalistas e interesse público e democracia aos políticos.

LÚCIO GREGORI, 77, engenheiro, foi secretário municipal de Serviços e Obras (gestão Erundina) e de Transportes (gestão Erundina), quando formulou a proposta da tarifa zero




Folha, 05/08/2013

Universalização do vale-transporte

Gustavo Fruet


Apostamos em uma proposta ousada na busca por qualidade e tarifa justa do transporte público.

Em Curitiba, que até hoje é reconhecida internacionalmente como cidade de vanguarda nesse tema e tem o modelo de canaletas exclusivas copiado por outras metrópoles, o sistema está à beira do colapso.

A falta de investimentos em inovações e uma licitação recente (2010) que gera descontentamentos em operadores e usuários são neste momento os principais entraves para atrair mais passageiros.

Entre 2008 e 2011, houve uma redução de 14 milhões de usuários pagantes transportados, o número de passageiros passou de 323,50 milhões para 309,50 milhões.

Em outras grandes cidades do país, a tendência é a mesma.

Diante desse quadro, a nós, administradores, restam duas alternativas. Ou aproveitamos a provocação que vem das ruas para gerar efeitos práticos ou desperdiçamos a oportunidade de ousarmos com um respaldo popular nunca antes experimentado.

A Prefeitura de Curitiba encaminhou ao governo federal uma proposta que pode ser o ponto de partida para o debate.

O ponto principal da nossa proposta é a universalização do vale-transporte (VT). A ideia é que todas as empresas e órgãos públicos repassem diretamente ao operador do sistema de transporte coletivo da sua cidade ou região o valor correspondente ao VT dos empregados, arcando integralmente com esse custo. No caso das empresas, poderia ser abatido do Imposto de Renda.

Dessa forma, o trabalhador não pagaria mais a tarifa. Estudantes também poderiam ter isenção, de acordo com a renda. Somente pagariam a tarifa cheia os usuários eventuais e o turista.

Em algumas cidades --dependendo do número de linhas e usuários, a tarifa poderia ser até mesmo gratuita para todos.

Para muitos empregadores, o aumento de custo seria pequeno. Atualmente, a lei autoriza empregadores a aplicarem descontos de até 6% no salário base de empregados para bancar o vale. Porém, muitas empresas já não praticam esse desconto, optando por bancar a maior parte ou até a totalidade do vale-transporte.

A ideia não é nova e é usada com sucesso em cidades da Europa. No material encaminhado ao governo federal, citamos como exemplo a francesa Lyon, que tem um dos melhores sistemas de transporte do continente, incluindo integração multimodal e tarifa única.

Lá, as empresas bancam 36% do custo do sistema, que gira em torno de 800 milhões de euros/ano. No Brasil, onde já temos o vale-transporte, a implantação seria muito mais simples do que foi na França.

Em Curitiba, por exemplo, 47% da receita já vem do vale-transporte. O novo VT ampliaria o financiamento do sistema. Para isso, é necessária a mudança da legislação do vale-transporte, por iniciativa do governo federal e do Congresso Nacional.

O grupo técnico da Prefeitura de Curitiba também indicou uma segunda alternativa, por meio da Cide (Contribuição de Intervenção no Domínio Econômico), que com acréscimo de centavos teria a condição de suportar a redução tarifária proposta e incentivar a população a usar transporte público.



GUSTAVO FRUET, 50, advogado, ex-deputado federal (1998-2010), é o prefeito de Curitiba pelo PDT